viernes, 25 de enero de 2008

El Genio!

El tipo físico insignificante de Mozart constituye por tanto la apariencia más práctica para un espíritu musical introvertido. Los agradables rasgos faciales, muy cambiantes según los estados de ánimo, no presentaban en la vida cotidiana la pasión de una expresión consciente.
No poseemos de él, el gran viajero, ningún retrato realizado por la mano de un pintor importante que hubiese percibido y plasmado rastros ocultos de su genialidad. Los probos maestros para los que posó intentaron esforzadamente perpetuar el parecido. Dada la permanente movilidad del modelo- jugaba continuamente con cosas que tuviera a su alcance, “como si estuviera tocando el piano”- su tarea no les resultaría fácil con Mozart. Les faltó el espíritu congenial para poder fijar el fuego escondido en sus facciones.

Como demuestra su retrato más temprano, siendo un niño de seis años de edad, Mozart era sano, fuerte y de mofletuda lozanía. Fatigas de los viajes y enfermedades en la infancia tendieron pronto una sombra sobre las líneas más afinadas y las facciones más pálidas en los posteriores retratos de adolescente. Su aspecto de joven no carecía de gracia. Ahora bien, nunca fue hermoso o de apariencia avasalladora. En sus facciones permaneció siempre un resto de candor.

Sus manos, especialmente agraciadas, pequeñas, nada huesudas, la herramienta material de su genio musical, estaban perfectamente formadas. Ganaban en cuanto se sentaba al piano. Mozart se enorgullecía de estas manos bien modeladas.

Su espíritu en permanente actividad no originaba otra manifestación que una continua movilidad de su cuerpo. Nunca ni aún estando parado, se estaba quieto.
Su experiencia de vida, en la acepción más corriente de la palabra, era escasa. Muchos supieron sacar provecho de su carácter bondadoso sin ocuparse nunca más del dispensador de amables favores. Pues este artista, tan precoz en su labor, jamás dejó de ser como un niño en todas las cosas de su vida cotidiana.

Este candor infantil, una de las facetas más misteriosas del alma de Mozart, que de extraña manera armoniza con la naturalidad divina de su arte, era en primer lugar una reacción de la ininterrumpida actividad creadora de su vida interior, una selectiva medida de protección de esa fuerza generadora, tal vez también un residuo no superado, reactivo, de la angustiosa opresión a causa de sus obligaciones durante su adolescencia.

Nuestro maestro poseyó en grado acentuado la disposición festiva del ánimo que, inconscientemente, se opone a las circunstancias desagradables del mundo y que es frecuente en genios melancólicos.

4 comentarios:

Resiliente dijo...

buenisimo como el anterior post. Que vida intensa. besos.

Anónimo dijo...

Amigui se nota que adoras tu profesión, porfa sigue con este tipo de post en lo que el tiempo te permita, son my interesantes. Besitos!!

rajo de luz dijo...

Marce, me contenta que te guste el post, es admirable la vida de éste genio de la música más aún por sus maravillosas creaciones.
Un beso.

Amigui, es que admiro la genialidad de estos grandes músicos, y quería compartir un poco sobre Mozart, me alegra que te guste.
muchos besos.

Tawaki dijo...

Es una pena que no sepamos más de él. Su música es una maravilla.

Un abrazo.